-“Vale…ven tantito.
-¿Qué pasó Ricky? ¿Te hace falta algo?
-No, no, está todo bien. Quería preguntarte algo.
Y con una risa nerviosa pregunté: ¿Preguntarme algo? ¿Qué cosa?, no sabía que esperar y la pausa que hizo se sintió eterna.
-¿Qué onda con Iván?
-¿Qué onda de que? Somos amigos (yeah right).
-Ah, ¿nada más amigos?
-¿Porqué me preguntas eso?
-Porque por ahí escuché que te gusta.
-(Dammit, maldita gente chismosa, eso me pasa por decirle a alguien) Haha, si, bueno mas ó menos, como que me llama la atención, pero equis.
-¿Quieres que te ayude?
-Mmm, no sé.
-Yo te ayudo Vale, me caes bien, el está medio estúpido para darse cuenta de lo que tiene enfrente, pero yo te lo encandilo.
-Equis, no es como que me muero por él (you dirty little liar!)."
Los días pasaron y efectivamente, Ricardo estaba cumpliendo con su palabra, la confianza entre nosotros creció y el aprecio que le tenía también, era como haber encontrado una parte de mí en alguien mas, como si las piezas mágicamente encajaron y el apareció. Al principio debo admitir que fue difícil, no sabía si confiar en él o no, pero el era tan paciente, siempre fue tan paciente conmigo…hasta el final, él me decía que nunca había conocido a alguien como yo, que nunca había tenido una amiga así, que estaba contento de haberme conocido y de que Iván era afortunado por tener mi cariño. Me aconsejó bien, hablo siempre lo mejor de mí ante él y mi manera de ver a Ricardo cambió, dejó de ser una cara borrosa y se convirtió en alguien importante, en alguien trascendente, en alguien en quien confiar y con quien acudir en tiempos de dificultad. Cuando por fin logré tener la atención de Iván, fue una noche en el cumpleaños de una compañera de trabajo, usé el truco más viejo del baúl, jugar con las manos. Si eres mi amiga y estás leyendo esto, seguramente estarás pensando: “¡Hay Ana Valeria, siempre es lo mismo contigo!”. Guilty as charged. Soy predecible en este aspecto de mi persona. Y él, como yo anticipé, también era predecible; al principio dudó, pero no tardó mucho en seguir el juego, cuando llegó la hora de irme me despedí de todos y me preguntó que si me podía acompañar al carro, “¡BIEN! ¡Ya gané, ya gané!” pensé. Obviamente, si eres mujer entenderás que iba a conseguir mí tan deseado beso…Pues, NO FUE ASÍ, ¿Por qué? No lo entendí, hasta el día siguiente que me enteré de algo que cambiaría el rumbo de mis acciones. El viento de cambio estaba por llegar.
*Nunca me visto toda del mismo color.
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