miércoles, 28 de mayo de 2008

the soundtrack of my summer (pt. 2)

No pasó mucho tiempo y ella volvió, lista para encarar el problema en el que se había metido. Domingo, 10 de la mañana; capacitación. Más presentaciones formales, gerentes, reglamentos, políticas de la compañía, blah. Más miradas curiosas y con hambre de saber quienes eran aquellos individuos que recién entraban a su familia. “Tu empiezas mañana” dijo el hombre “vas a ser host”. ¿CÓMO QUE HOST? No, no, no, eso tenía que ser un malentendido, ella quería ser mesera no anfitriona. Pero como ya era costumbre, con una sonrisa enorme se dispuso a aceptar y acordó en llegar al día siguiente a las 10 de la mañana de nuevo. Esa es ella, siempre complaciente, poniendo a todos antes que a su misma existencia. No hay muchas personas así hoy en día, frecuentemente agradecida con el Señor por darle la vida, aún y con todas las complicaciones que venían con ella.

Un gran hombre solía decirle que el tiempo era relativo, que cuando estás disfrutando algo te pasa de largo sin tomarte en cuenta, pero cuando estás en medio de una dificultad, el cruel tiempo logra que un segundo sea una eternidad. Para ella todo fue tan rápido esa semana, el tiempo no dio clemencia y aceleró su pasar, tuvo su graduación ése mismo jueves y por lo mismo el viernes fue a su entrenamiento de noche, no podía creer lo mucho que le había gustado su puesto, en el primer día conoció tanta gente. No se podía esperar menos de alguien así, ella era una persona social, pero sin importar que dijeran, todo le causaba descontento, algo no la dejaba abrirse con los dueños de aquellos ojos curiosos que la analizaban como el cazador a su presa. En sus momentos de soledad ella se decía a sus adentros que ese lugar era pasajero, nada en el iba a influir en su vida, nada podría tener un gran impacto, aquellas personas tan ansiosas por conocerla no eran mas que rostros sin definir, amigos le sobraban y ella iba a ese lugar a cumplir con su trabajo. Fue ese mismo día, el primer día del mes de junio, en el que lo vio por vez primera, nunca antes había ido a trabajar de noche, así que fue toda una aventura. Ahora, digo “lo vió” porque fue solo eso, una mirada de paso; no fue hasta después que el entró al escenario de su vida y tomó un papel importante.

A decir verdad, de aquí en adelante comenzaré a contar la historia como realmente fué, me refiero a la perspectiva, he notado que es mas difícil contarla como si fuera una espectadora y no una participante. Al sonido de Coldplay tomo valor y escribo desde el corazón. Habiendo terminado ya el marco de tiempo anterior a nuestro encuentro, de aquí en adelante como lector verás cómo, por medio de palabras, un alma se desnuda hasta sus rincones más vulnerables.

Me causa gracia como vienen a mí las olas de recuerdos de vez en cuando y me doy cuenta de tantas cosas. Es como cuando ves una película por segunda o tercera vez, comienzas a notar cosas que antes ni siquiera sabías que estaban ahí. Por ejemplo: Recuerdo bien ver su nombre en la lista de meseros y preguntarme quien podría ser, en ese entonces nadie era más que una cara borrosa y sus nombres no me podían importar menos. Recuerdo también cuando lo vi la primera vez, su mirada no hacia mas que juzgarme, seguramente en base a lo que decían los demás que ya habían intentado acercarse sin éxito. Por el contrario, no recuerdo la fecha exacta en que hablamos por primera vez, lo que si recuerdo es lo que nos dijimos. Algo en el causaba que estuviera alerta, era un aire de superioridad, arrogancia, no se como explicarlo y hasta hoy no puedo; pero fue gracias a esa actitud, que siempre fue tan suya, que se acercó. Se acercó por lo que todos los demás se habían acercado después del primer rechazo. La caza. Era yo la mas reciente y codiciada adquisición y aquel que se llevara el premio iba a subir en su escala de machos alpha, el quería conseguir eso, conseguirme, sentir la adrenalina de la persecución, probar que era el mejor. A fin de cuentas, hombre ¿no?

*Ana

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